La fe del creyente se
manifiesta en la forma escrupulosa en que realiza sus prácticas
religiosas, es decir, en el cumplimiento a lo largo de su vida con el
rezo u oración, los ayunos y la ablución que ordena Dios, Quien
describe en muchos de sus versículos el entusiasmo sincero de los
musulmanes en tal sentido:
"Quienes tienen paciencia por
deseo de agradar a su Señor, hacen la oración, dan limosna, en secreto o
en público, de lo que les hemos proveído y repelen el
mal con el bien, esos tendrán la Morada Postrera." (Corán, 13:22)
El creyente debe cumplir con la oración (salat),
mientras vive, en determinados momentos del día, aunque los seres
humanos somos propensos al olvido
y a la negligencia. Si carecemos de la voluntad necesaria y nos
sumergimos en el ajetreo cotidiano, nos apartamos de eso a lo que
deberíamos prestar atención y en lo que deberíamos perseverar.
Olvidamos que Dios siempre está en nuestro entorno, nos ve y nos
escucha y deberemos rendir cuentas a El de todo lo que hagamos. Nos
olvidamos de la muerte, el Paraíso y el Infierno; de
que sólo nos sucede lo que tenemos destinado y que en todo lo que
nos ocurre y en todas las cosas hay algo favorable. La negligencia puede
llevarnos a olvidar el verdadero propósito de la
vida.
El cumplimiento de la oración
cinco veces al día erradica la negligencia y el olvido y mantiene vital
la voluntad y la conciencia. Ello asegura que el
creyente se vuelva constantemente a Dios, lo que le ayuda a vivir a
la luz de Sus órdenes. Quien se coloca ante El para cumplimentar la
oración, establece un poderoso vínculo espiritual con
el Señor. En un versículo se revela que la oración permite que
la gente se acuerde de Dios y se mantenga alejada de todo tipo de mal o
perjuicio:
"¡Recita lo que se te ha
revelado de la Escritura! ¡Haz la oración! La oración prohíbe la
deshonestidad y lo reprobable. Pero el recuerdo de Dios es más
importante aún. Dios sabe lo que hacéis." (Corán, 29:45)
Los profetas, los mejores
cumplidores de lo establecido por Dios y en consecuencia los mejores
ejemplos a imitar, han comunicado a sus respectivos pueblos, a
lo largo de la historia, la oración o rezo que El les ha prescrito.
-Al profeta Abraham (la paz sea con él):
"¡Señor! ¡Haz que haga la oración, y también mi descendencia, Señor, y acepta mi invocación!" (Corán, 14:40)
-Al profeta Ismael (La Paz sea con él):
Y recuerda en la Escritura a
Ismael. Fue cumplidor de su promesa. Fue enviado, profeta. Prescribía a
su gente la oración y la limosna, y fue bien visto de su
Señor. (Corán, 19:54-55)
-Al profeta Moisés (La Paz sea con él):
"Yo soy, ciertamente, Dios. No hay más dios que Yo. ¡Sírveme, pues, y haz la oración para recordarme!" (Corán, 20:14)
-Al profeta Jesús (La Paz sea con él):
"Dijo él (el niño Jesús): “Soy
el siervo de Dios. El me ha dado la Escritura y ha hecho de mí un
profeta. Me ha bendecido dondequiera que me encuentre y me
ha ordenado la oración y la limosna mientras viva" (Corán, 19:30-31)
También se
ordenó a María (la madre de Jesús La paz sea con ambos), presentada como modelo
para todas las mujeres, que cumpla con la oración:
"¡María! ¡Ten devoción a tu Señor, prostérnate e inclínate con los que se inclinan (es decir, con los que rezan)!" (Corán, 3:43)
¿Cuándo se hizo obligatoria la oración?
El Corán revela que los momentos de la oración se establecieron para los creyentes como ceremonia o costumbre religiosa:
"Cuando hayáis terminado la
oración, recordad a Dios de pie, sentados o echados. Y, si os sentís
tranquilos, haced la oración. La oración se ha prescrito a
los creyentes en tiempos determinados." (Corán, 4:103)
Las horas de la oración son “el alba”, “el mediodía”, “la tarde”, “el atardecer o caída del sol” y “la noche”. Dichos
momentos están claramente establecidos en diversos versículos coránicos:
"¡Ten paciencia, pues, con lo
que dicen y celebra las alabanzas de tu Señor antes de la salida del sol
y antes de su puesta! ¡Glorifícale durante las horas
de la noche y en las horas extremas del día! Quizás, así, quedes
satisfecho." (Corán, 20:130)
"¡Gloria a Dios tarde y mañana! ¡Alabado sea en los cielos y en la tierra, por la tarde y al mediodía!" (Corán, 30:17-18)
Gracias a la revelación y a la inspiración dadas por Dios, nuestro
Profeta (la paz y la bendición de Dios sean con él
-PB-)
el mejor conocedor e
intérprete del Corán señaló a los creyentes las horas del día en que
debían iniciarse y finalizarse las respectivas oraciones
diarias. Uno de los hadices más conocidos en la materia es el narrado por Jarir ibn ‘Abdullah:
El ángel Gabriel se llegó al Mensajero de Dios y le dijo:
“Ponte de pie y reza” e
hicieron la oración del mediodía cuando el sol había pasado su cenit.
Volvió a la tarde donde estaba el Mensajero de Dios y le dijo:
“Ponte de pie y reza” y cumplieron con el rezo de la tarde
en tanto el largo de la sombra era igual al largo del objeto. Después
volvió a la puesta del sol y le dijo: “Ponte de pie y
reza” y así lo hicieron hasta que el sol desapareció. Regresó a la noche y le dijo: “Ponte de pie y reza” y observaron el rezo de la noche cuando el crepúsculo se había extinguido.
Gabriel retornó al día siguiente al mediodía y dijo (al Mensajero de Dios): “Ponte de pie y reza” y repitieron el rezo del mediodía cuando el largo de la sombra de algo era cercano al
largo del objeto. Volvió a la tarde y le dijo: “Ponte de pie y reza”
y así procedieron cuando la sombra de algo era el doble del largo del
objeto. Retornó a la misma hora (que el día
anterior) para la oración de la puesta del sol sin ninguna
modificación. Se presentó de nuevo para el rezo de la noche después que
había transcurrido la mitad de la misma (“o” dijo, “un
tercio de la noche”). Después regresó cuando el cielo estaba muy amarillo y le dijo: “Ponte de pie y reza” y cumplimentaron el rezo de la mañana. A continuación dijo Gabriel:
“Los rezos se realizan entre estas horas”.
El rezo u oración reverente significa cumplir el rito religioso con el debido respeto en presencia de nuestro Señor Todopoderoso
percibiendo Su
Grandeza y Poderío. El creyente que desea ejecutar esta obligación
de la manera apropiada debe cuidarse de no caer en lo que podría anular
ese tipo de conciencia comprometida y debe esforzarse al
máximo para asegurarse la atención y concentración requerida para el
rezo.
Su correcto cumplimiento es
una gran oportunidad para la remembranza de nuestro Señor alabado sea y
para adorarle como Dios Uno, sabiendo que El está libre
de cualquier tipo de imperfección. Por cierto, Dios ordena en un
versículo hacer la oración con el objeto de recordarle:
"Yo soy ciertamente, Dios. No hay más dios que Yo. ¡Sírveme, pues, y haz la oración para recordarme!" (Corán,
20:14)
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